El escritor evocó recuerdos de su infancia y narró historias de su propia vida. Así trazó una mirada sobre la literatura y recomendó libros imperdibles.

“Las palabras me llegaron primero a través de mi familia; a través de mis padres, mis cuatro hermanas y mis cuatro hermanos, todos lectores. Después de la cena la mesa de la cocina se llenaba de libros, revistas, diarios y diccionarios. Leer era como un gran recreo, como una pequeña e íntima fiesta”, contó Franco Vaccarini sobre su infancia y sus primeros acercamientos a la lectura. Vaccarini es escritor, nació en la ciudad bonaerense de Lincoln; publicó más de ochenta títulos que abordan múltiples géneros: realismo, fantástico, ciencia ficción, policial. Entre ellos se destacan las novelas Algo que domina el mundo, El misterio del Holandés Errante y Otra forma de vida. Así, para él la lectura y la escritura son fundamentales en su vida. Como parte del ciclo Recorridos lectores para las infancias —que organizó la CONABIP durante julio y agosto— narró sus vínculos con la literatura y recomendó a escritores argentinos de literatura infantil y juvenil.  

C_F.Vaccarini

“La biblia es una bella antología de relatos”

Vaccarini creció en una familia campesina, en casas modestas, sin televisión. Hijo de padres muy lectores y entusiastas de las palabras —su padre llegaba de trabajar en el campo y se ponía a leer; su madre además, era aficionada a los crucigramas— se interesó rápidamente por las letras. Entre sus primeros recuerdos de la infancia están las enseñanzas religiosas, de los preceptos de la Biblia. “La cosa más improbable y maravillosa que me ocurrió en la vida fue nacer. Pasé de un mundo a otro y me asusté, lloré, como lloramos todos. Entonces hubo palabras que olvidé, sin duda cariñosas. No recuerdo palabras nutrientes de esos primeros años. Lo primero que yo recuerdo son las enseñanzas religiosas: los mitos de la creación, las conductas, lo prohibido, el paraíso, el infierno”, narró el escritor. Así, contó que con la literatura oral que circulaba en su casa y con las enseñanzas religiosas comenzó a conectarse con las palabras y con la imaginación: “¡Qué miedo me provocaban esas palabras!. Yo imaginaba el infierno, mi mente se paseaba por un espacio donde las llamas quemaban mis pies”.  

“Cuando me tocó hacer una versión de Gilgamesh  —el poema escrito en el 2500-2000 a.C, basado en el folklore sumerio— descubrí que ya estaba contado el diluvio universal y que los escritos del Antiguo Testamento en el Génesis recrean esa tradición que viene del pueblo sumerio. Ahí descubrí, en la adultez, que la Biblia es una bella colección de relatos, algunos aterradores, otros fantásticos”. 

Sobre su paso por la escuela primaria, Vaccarini recordó a dos docentes que le transmitieron el amor por la literatura: Haydee y Jorge, maestros de la escuelita rural a la que asistía. “Haydee mandó como tarea hacer una versión del cuento ‘La lechucita’. Alguna vez, muchos años después, me tocó hacer una versión para un manual escolar y yo había olvidado que ya lo había hecho en cuarto grado. Pero me parece fascinante este hilo que me mantiene unido al día de hoy con Haydee, que tiene 80 años. La fui a visitar a su casa en 2019. Tengo una historia de amor con ella, le reconozco profundamente el amor por los libros que me legó”, contó el escritor. 

A Jorge el director de la escuela le agradece su primer acercamiento al libro Don Quijote de la Mancha: “En quinto grado Jorge tuvo una idea increíble, leernos el Quijote en el patio de la escuela, a lo largo de un año leyó uno o dos capítulos por día. De pronto a los diez años me encontré teniendo acceso a la obra madre de nuestra lengua”. 

El rey Arturo y el gaucho Martín Fierro 

Sobre su experiencia como escritor marcó algunos momentos. Entre ellos, sus comienzos como escritor profesional y la reversión de un clásico de la literatura argentina, el Martín Fierro. Sobre sus comienzos contó que en el año 2001 su objetivo era dejar un trabajo en una oficina del centro de la Ciudad de Buenos Aires para dedicarse de lleno a escribir. “Pero la catástrofe de principios de siglo decidió por mí —contó Vaccarini— Me echaron del trabajo un mes después de publicado mi primer libro y tuve que hacer ‘trabajos forzados’ en una droguería, con una carga horaria muy fuerte”. Desvinculado del mundo de las letras, empezó a extrañar su recorrido diario por las librerías de la avenida Corrientes —donde pasaba varias horas al día— sus vínculos con las editoriales y estar en las ferias de libros. “La crisis había convertido a la ciudad de Buenos Aires en una versión de Los miserables, de Víctor Hugo. Me concentré en que tenía un techo, un sueldo y dos hijas pequeñas. Suspendí los sueños. Tuve un nudo en la garganta un año entero.  Un día me llegó una propuesta inesperada, escribir sobre el rey Arturo. Era un pequeño y fantástico proyecto y la máquina de las ideas se reactivó”, explicó el escritor. 

Luego reveló: “Mi mayor herejía fue acaso hacer una versión del Martín Fierro porque era el héroe de mis pagos. Yo también nací en un rancho de tierra apisonada, viví en esa llanura hasta los trece años. Tomé ese paisaje e hice una novela con algunos versos emblemáticos del poema Martín Fierro y con mucho amor”. 

Literatura infantil y juvenil: los recomendados de Vaccarini

El escritor destacó a algunos escritores argentinos y recomendó sumergirse en sus obras. En la lista incluyó a referentes del género y a escritoras y escritores nuevos. Destacó las obras de Melina Pogorelsky, Ángeles Durini, Liliana Bodoc, Silvia Schujer, Patricia Suárez, Victoria Bayona, Liza Porcelli Piussi, Sergio Aguirre, Mario Méndez, Antonio Santa Ana, Nicolás Schuff, Martín Blasco, Gustavo Roldán, Esteban Valentino, Sebastián Vargas, Paula Bombara, Andrea Ferrari, Sandra Siemens. “Debemos seguir buscando en los estantes de las bibliotecas populares libros y autores para seguir descubriendo”, concluyó.