El músico uruguayo define a la lectura como "un placer silencioso y egoísta" y la considera "el mejor antídoto contra los males de la era de la aceleración exponencial". Lee de a ratos: antes de dormir o mientras viaja, pero siempre con avidez. En esta breve entrevista nos revela sus hábitos de lectura y cuenta cómo es su biblioteca ideal.
Daniel Drexler define a la lectura como “un placer silencioso y egoísta” y la considera “el mejor antídoto contra los males de la era de la aceleración exponencial”. Lee de a ratos: antes de dormir o mientras viaja, pero siempre con avidez. De chico se embarcó en las aventuras de Julio Verne. Luego, sus lecturas lo llevaron a Oriente con Sandokan “El tigre de la Malasia” o Lao Tsé y, también, por los caminos de la filosofía, de la literatura latinoamericana y por los libros de medicina (ya que se formó como médico e investigador). Este recorrido se refleja en sus discos: en los primeros, la ciencia y la filosofía tenían un papel preponderante; mientras que en su último material, Uno, aparece la mirada sensible de un artista que busca vivir su vida en una dimensión poética. “Uno es una palabra que además de tener el mismo significado en español y portugués, tiene múltiples planos semánticos: unir diferentes mundos en apariencia disímiles; acto de juntar, de crear a partir de la diversidad; persona única e irrepetible en la historia del cosmos; número que representa la unidad matemática y 'uno' es también un concepto que contiene la unidad de todo lo que existe”, explica.
¿Cuándo descubriste el placer de la lectura?
Debía tener unos 7 u 8 años…en casa había una colección de libros de Julio Verne. Eran ediciones abreviadas con ilustraciones y un formato de bolsillo con tapa amarilla, dura. Me acuerdo que lo primero que me atrapó fue un dibujo de “La vuelta al mundo en 80 días” en el que se veía que la canasta del globo era en realidad una mini casa de dos pisos. Eso me alucinó; pasaba horas imaginándome cómo debía ser volar en esa casa. Hasta hoy en día me fascinan las casas rodantes, los motorhomes, los omnibuses de dos pisos y los jumbos 747.
¿Cuáles fueron tus primeras lecturas y qué fue lo último que leíste?
Mis primeras lecturas fueron Julio Verne, una serie de novelas que se llamaban Bomba el niño de la selva y las revistas de Sandokan “El tigre de la Malasia”.
Los últimos libros que me atraparon fueron: Fermentario, del filósofo uruguayo Carlos Vaz Ferreira; Los enemigos del comercio, de Antonio Escohotado; Sapiens y Homo Deus de Yuval Harari y Salvatierra de Pedro Mairal. Hacía tiempo que no me colgaba con una novela. Últimamente estaba medio atrapado en el género ensayos, así que la novela de Mairal me devolvió el placer profundo de quedar atrapado en una trama y en todos los universos imaginarios que se van generando. Sufro del mal de nuestra era que tan bien describe Nicholas Carr en Superficiales: mucho libros en la mesa de luz a medio leer. Por eso cuando aparece algún libro que me lleva hasta el final lo agradezco profundamente. La lista de más arriba son los últimos cuatro libros que terminé.
¿En qué momentos leés? ¿Tenés rituales de lectura?
Leo solamente en dos situaciones: en la cama antes de dormirme y en los viajes de avión (en los que internet me da una tregua). En otros momentos (viajes en ómnibus o tren, vacaciones, fines de semana, etc) mi lectura es cada vez más fragmentaria y esporádica. No he logrado adaptarme a los formatos digitales de lectura, sigo prefiriendo el objeto libro, la textura del papel, el olor de la tinta.
¿Cuáles son tus libros de cabecera?
Tao Te Ching, de Lao Tsé; El libro de la nada, de John Barrow; Dejemos hablar al viento, de Juan Carlos Onetti; La novela luminosa, de Mario Levrero; Budapest, de Chico Buarque y La civilización empática, de Jeremy Rifkin.
¿Cómo es tu biblioteca ideal?
De madera, de pared a pared y del piso al techo con escalerita incluida. Con estantes profundos y los libros ordenados por temas: novela iberoamericana, novela anglosajona, clásicos rusos, ciencias biológicas, física cuántica, ensayos, poesía en español, poesía en portugués, filosofía oriental, etc. etc. etc. En realidad es una utopía que espero lograr satisfacer algún día porque mi casa y mi estudio son más de la tribu de “los súbditos del caos”.