Compartimos tres poemas de "emak bakia", la antología de poesía de María Iribarren. "Es un organismo vivo de singular belleza. Rebelde. En plena ebullición. Ardiendo. Incesante. Ecos de una banda sonora colectiva. Fragmentos que derriban paredes. 'Astillas en verso libre', cuerpo que duele. Prodigio de una cicatriz devenida en acto poético", expresa la poeta y editora Ana Gervasio en la contratapa del libro.
Compartimos tres poemas de emak bakia, la antología de poesía de María Iribarren ilustrada por la dibujante y psicoanalista Julia Vallejo Puszkin, y editada por Linda y Fatal Ediciones.
Emak bakia es "déjenme en paz" en lengua vasca. Es también una antología que abre diálogos múltiples y alternados. Es "voz en trance y en tránsito", dice Iribarren. "Es un organismo vivo de singular belleza. Rebelde. En plena ebullición. Ardiendo. Incesante. Ecos de una banda sonora colectiva. Fragmentos que derriban paredes. 'Astillas en verso libre', cuerpo que duele. Prodigio de una cicatriz devenida en acto poético", expresa la poeta y editora Ana Gervasio en la contratapa del libro.
sexto día
a s.b.
la que fue y la que quedó
pongamos por caso
aquella mañana póstuma de septiembre
a través de la ventana, ¿te acordás?
veías
la lluvia intermintente y
silenciosa
el chasquido casi espiritual
abrió una estela titilante en tu religión
te caíste en los brazos de esa nodriza inmensa
te measte en la cama
olvidaste los motivos de vivir en vos
(por un instante, por unas horas)
habías llorado tanto
(mientras detonaban los truenos)
hasta que la siesta te hundió en su sopor
(¿ya no tenés alergia a las estaciones?)
la boca muda
la calma seca
tosiste el alma
con las manos enredadas en tu pañuelo de seda
madre,
hagamos de cuenta que no estamos solas
que el brillo de tu extravío
no presagia nuevas
melancolías
que nada de lo que te cuentan
es real
accidentes en los que pienso el último domingo de junio
La Mujer me explicó que más sujeto cuanto menos yo. “El yo es una trampa”, dijo específicamente.
La Mujer dice, además, que el poeta está en lo cierto: “no hay reescritura posible en el vapor de la ventana ni en el agua ni en el papel más blanco”.
Se escribe en una sola toma. Se imprime. Igual que la idea de la existencia: en una sola dirección. De acá para allá. De menor a mayor.
Por eso, la biología es estúpida. Lógica. Siempre lo mismo en otro cuerpo. La razón es imperialista.
Esa Mujer me pone la nota al pie. Me escribe en los márgenes. Mis libretas están llenas de garabatos. ¿Me escuchaste últimamente? Ahora canto. Y bailo.
Voy a decidir (“eso que queda en pie / un niño que remueve con la madera de su soleado mediodía / las brasas del lenguaje”) quedarme, después de todo. Acá, acá. Colgada de la sexta en Re, hasta reaparecer en un país de Asia del este rodeado de mar…
[…]
Alrededor de la madrugada, me vuelvo en líquidos translúcidos. Pienso en ella como en la madre que hubiera querido ser (ella que no quiso ser madre). La que tuve (ya) tampoco está en su sitio.
Locos. Los sin hueso están todos locos. Mudos y locos. Ausentes y locos. Locos de remate. Locos por el fuego. Congelados en la locura y el ardor.
Leo: “Si quiere que esté contento con usted, tiene que obedecer, porque todo lo que le pido es razonable. ¿Me promete no pensar más en sus locuras, me promete no hablar más de ellas?”, dijo el filósofo que le decía el doctor Leuret al loco que no lo era (“Como había reconocido estar loco, ya no podía estarlo.”). Si confieso la soledad, ¿dejaré de estar sola?
Ellos, en cambio, seguirán siendo mis parientes. Los sin hueso que están locos. Imágenes de lo que se puede ver en el propio rostro. Desabrochados de sí mismos.
[…]
Te regalo mi chaleco sin botones. La lengua me la guardo para mí (¡no voy a confesar que he vivido!). ¿Quién va a protegerme del cielo?
No alcanzo a ver tu silueta. Me deslizo entre tus huesos. Huelo tu angostura de gamuza. Me estiro bajo tus brazos. Me acuerdo, perfectamente, de la felicidad que se avecina.
emak bakia
esas y no otras
palabras
en tránsito,
hacia un lenguaje destemplado,
en género singular
páginas manchadas:
quise decir
omití detalles
apoqué la rima
erré la ciencia y el hombre
enunciados colectivos empedernidos
desabrigados
¿hay alguien ahí?
al cabo de esas y no de otras palabras
(escritura de la pronunciación
balbuceo pedante)
fui oyente de los intentos
de los tatuajes
de los ajenos
fui cicatriz
verdad de diccionario
resbaladiza
(frenesí en el ritmo)
comedida al disturbio
histórica
ahora
disculpo a los ciegos
aborrezco a los de voluntad lisiada
la retórica de la revolución
la pedagogía del altar
el cinismo del confort pequeño burgués
el sistema de los padres
ahora
me duelen el cuerpo
y las bocas que no fui capaz
las familias rotas
ahora
cuando fijo el trazo
y la diéresis en el espejo
encabalgo las trizas del aserrín blanco
aspiro la fosforescencia
cierro los ojos
ahora
empiezo a ser el pasado
y sabe a menta
María Iribarren. Nací y vivo en Buenos Aires. Trabajé de periodista en gráfica, en radio y en TV. Soy columnista de cine en El desconcierto, de Quique Pesoa. Desde hace varios años, doy clases de Historia del cine en la UNPAZ, donde también dirijo las Tecnicaturas en Industrias Culturales. emak bakia (2016) fue mi segunda antología de poesía.